domingo, 13 de diciembre de 2009

Posted by Claudio Dennis Arriojas |

Evaluación para el Blog: Sobre: El debate sociedad-comunidad en la sonoridad. El desafío de las músicas “mulatas” a la modernidad eurocéntrica convencional de Ángel G. Quintero Rivera A pesar de ser impropio iniciaré está entrada calificando el texto, en primera instancia se me hace posible decir que me resulto bastante interesante al ser un tema que no manejo, además de no ser la música una rama en que me desenvuelva demasiado, a pesar de esto se brindan herramientas de buena fe que terminan, junto con un conocimiento básico de lecturas sociológicas y sociales del siglo XX y XXI a cementar una base en que experimentar la razón y el debate académico –dentro del espacio de formación al que estoy circunscrito.-


Ahora bien pasando al texto, lo primero que debemos entender es el concepto de música “mulata”, esté último adjetivo puede general discusión en torno a su entendimiento, como de hecho lo generó de entrada en mi grupo de debate y de exposición no realizada, en este sentido pasaré a citar al mismo Quintero en cuya página 214 establece una diferencia entre la música negra y mulata que aclara la interrogante. “… estas músicas no son, figurativamente hablando, músicas “negras”, sino “mulatas”; no son sonoridades de África transportadas al Nuevo Mundo, sino músicas del Nuevo Mundo, con toda la continuada hibridez(sic) que ello entraña…” de acá inferimos entonces que Quintero se refiere con el término “mulata” a la perteneciente al “Nuevo Mundo” y su hibrides, por ende no califica entender al momento esta palabra desde el contexto social, en que nosotros, como conocedores de la historia de las antiguas colonias hispanas, entendemos por mulato. También se hace favorable refrescar el conocimiento del término de modernidad como una visión eurocéntrica de desarrollo acuñada desde hace siglos a la que se le emparejan los conceptos de desarrollo, progreso, cultura y civilización, a pesar de que se ignoran las minorías, se impone un sistema de producción económico y social y se sacrifican las culturas locales en torno a esa “Modernidad” que a lo sumo se creyó globalizada y glocalizada. El señor Quintero aborda el tema de la música del Caribe –Salsa, por ejemplo- e inicia un continuo discernimiento entre las contradicciones y cuestionamientos que han de surgir entre esta y la modernidad –vista como Academia Occidental-. Ahora bien, se hace un pequeño bosquejo histórico por la estructura de la orquesta convencional y su formación explicitando a la misma como reflejo de los cambios sociales generados desde el siglo XVI, el imperio de la razón y la jerarquización de la sociedad producto de el abandono del sistema feudal y la entrada en el mercantilismo, por ende, el proceso racionalizador que se vivió en la música terminó por jerarquizarse también, se firmó la idea de que existía un compositor que de forma individual creaba, diseñaba y programaba todas las posibilidades que podrían desarrollarse en el recital dejando a los músicos en un simple papel de ejecutantes mientras que todo el proceso de creación –evidentemente, no existía un Buenaventura- quedaba en las manos pocos hombres; Debemos recordar que la explosión del individualismo nace en pleno renacimiento junto con la burguesía y que en su momento, permitió la exploración de infinidad de ideas y formas de pensamiento que contribuyeron al progreso mundial, pero que necesariamente después de cinco siglos no posean la misma vigencia que en aquel entonces. Con la revolución industrial la jerarquización fue aún mayor, precisamente por esto Quintero nos dices que “…La gran música sinfónica presentaba la imagen de la gran industria…” es decir, se respondía a un orden especial que pasaba por la sonoridad y a una sistematización de la armonía que terminó limitando el proceso de creación a su vez, apareciendo la figura del director, al menos en cuanto a sus dictámenes, -verticalidad propia de una industria- y dejando a los músicos instrumentistas el simple papel de ejecutantes, personas que realizaban un trabajo desde la individualidad y dentro de una estructura. Esto “…representó el predominio del canto sobre el baile, de la composición sobre la improvisación, de lo conceptual sobre lo corporal y de la expresión individual de tipo societal sobre la intercomunicación comunal.” Mientras todo esto sucedía en Europa en el Caribe se partía de otra premisa, producto de otro contexto social, otro imaginario, otra visión del mundo, por ende, la visión jerarquizada no se desarrolló de la misma manera sino más bien, desde el punto de vista de la solidaridad comunal, una estructura muchísimo más abierta y horizontal, donde expresión equivalía a comunicación y donde se abrían además las posibilidades del baile pues el público también ha de poder expresarse a través de la música. Dejando estás posturas aclaradas surge ahora la contradicción de que en nuestros tiempo muchos músicos caribeños han recibido formación de conservatorio, y Quintero establece puntos de encuentro entre la música mulata y la académica pues la primera a pesar de las diferencias no constituyo una transgresión total, sino que tomo ciertos aspectos de forma que realmente no determinaron su funcionamiento sino que más bien han de responder a un criterio de aceptación posiblemente imposible por parte de la modernidad. La Música mulata, partiendo de lo colectivo término por brindar incluso espacios al virtuosismo individual de los músicos sin perder la estructura mucho más horizontal, “… Las improvisaciones no son, pues, manifestaciones individuales, sino expresiones de individualidad en una labor en conjunto… la composición no es, por tanto, una obra individual, sino una práctica colaborativa que quiebra, en la producción simbólica, la teoría del individualismo posesivo…” Otra de las rupturas de la jerarquía parte de los mismos instrumentos, los mismos según Quintero representaron entidades sociales y por ende, de su ubicación dentro de la masa orquestal vinculaba la representación del estrato social y que los membráfonos quedarán de últimos, esto debido a que los mismos no producen tono y por ende, desde la concepción académica no lograban expresar una melodía. Mientras, la música mulata, rompía incluso con el que algunos instrumentos llevasen la voz cantante mientras los otros simplemente acompañaban y así explotaron la sonoridad en conjunto. “… Dados los significados que expresan los timbres sonoros de los diversos instrumentos en términos de las identidades socioculturales, la valoración presente en las músicas “mulatas” a la heterogeneidad de sus timbres trae consigo implicaciones fundamentales en torno a las concepciones de la sociabilidad, reafirma la utopía de lo comunal; en términos contemporáneos, de una democracia que valore el respeto de las diferencias…” El arte hace referencias a un contorno social, si bien no creo que Gombrich haya desacertado con su teoría del determinismo social, el arte se transforma en conjunto a los cambios en el imaginario y las economías, la música no escapa a esto; Latinoamérica, con todo su mestizaje, sanguíneo y cultural terminó por cuestiones económicas, de poder e ingerencias, además de un cúmulo de malas ideas en una sociedad periférica y dependiente de la Sociedad “Moderna”, por ende, al estar inmiscuidos en una realidad totalmente distinta, reflejaron en el arte, nuestro caso la música una tendencia totalmente distinta que se constituyo ahora, en un movimiento fuerte que incluso tiende a globalizarse –la música-. Estas realidades sociales se vieron reflejadas en la estratificación jerárquica de las orquestas y el papel de los instrumentos como representación de un factor social en el caso europeo; Además, las formas de creación son totalmente distintas, en el caso europeo depende de un compositor y un director, en el caso mulato se le da espacio incluso a la improvisación y al ser horizontal termina siendo una creación comunal, la música mulata tomo ciertos aspectos de la música de la modernidad pero no se vinculó de forma dependiente ni mucho menos se determinó con la misma, la música mulata se presenta hoy como el fruto de un desarrollo cultural y social totalmente distinto al europeo, como tal ha permanecido aprendiendo a usar incluso herramientas de la modernidad para su difusión. La música mulata se transformo en una herramienta de lucha en contra de la hegemonía de la “modernidad” en América Latina, ha tomado un papel protagónico que va más allá de la simple insurgencia o discrepancia, sino más bien a mostrado otra forma mucho más democrática de hacer música que generará necesariamente una nueva visión, como de hecho lo hace ya, de abordar la latinidad, el ser mulato, la contracultura.

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